Un universo de sabores nace desde la década de 1960 en el
establecimiento Batey, de Caimito, muy cerca de la Carretera Central.
Jugos, mermeladas, salsas, pastas… hasta llegar a 23 productos, salen de
las máquinas de esta pequeña industria, aquejada por la obsolescencia
tecnológica, pero en activo y con nuevos horizontes por explorar.
Como a todas las de su tipo en el país, el llamado Período Especial la
condujo a la búsqueda de otros renglones con tal de continuar su andar.
Eso lo sabe muy bien María Luisa Maura tras cuatro décadas de trabajo en
el Batey, reincorporada después de la jubilación, pues ya cuenta 70
años. Ha rotado por todos los puestos, excepto operadora de tacho, y
ahora es jefa de brigada, aunque prefiere el etiquetado.
“Antes se hacía crema de pollo, espaguetis, frijoles, champiñones,
tamal en lata, sopa vegetal y menestra o ensalada de vegetales, entre
otros alimentos”.
La falta de insumos les golpea. En cambio, procesan frutas frescas como
guayaba, frutabomba, piña para mermeladas o pastas. Elaboran pasta de
ajo y de cebolla, y distintos tipos de salsas. Al no tener tachos
concentradores, reciben puré de tomate semielaborado de la fábrica de
Batabanó, y pulpa de mango, por no contar con tecnología para procesarlo
directo.
Así que recurren a material recuperado con tal de instalar una línea
para despulpar el mango, asegura Alberto Murgado, jefe del
establecimiento, perteneciente a la UEB Doña Delicias, ubicada en San
Rafael, entre Lealtad y Campanario, en Centro Habana.
El directivo destacó la entrega de sus casi 50 trabajadores, a pesar
del bajo salario de 275 pesos, criticado en asambleas y diversos
encuentros. “De ellos 26 ocupan responsabilidades involucradas
directamente a la producción; sin embargo, todos asumimos cualquier
tarea siempre que sea necesario”.
Murgado es ejemplo de esa disposición, si tenemos en cuenta que lo encontramos vestido como otro obrero más.
Atendiendo a los picos de cosecha, extienden la jornada a los sábados
no laborales y a los domingos, con el afán de evitar la descomposición
de lo recibido de formas productivas en Artemisa y Mayabeque. De Doña
Delicias proceden los envases, el azúcar y otros componentes decisivos
en su desempeño.
Este año deben producir 1 100 toneladas. Hasta agosto debían llegar a
813, y completaron 953 para un 117 por ciento (%), unido al consiguiente
sobrecumplimiento de las ventas netas en más de dos millones de pesos,
según lo calculado al cierre del octavo mes.
“Viaje a la semilla”
Un recorrido junto a Vivian Oliva, Licenciada en Alimentos y jefa de
producción, nos permite apreciar la raíz de tantas delicias. “En el
cuarto de pesaje se almacenan los insumos de la producción diaria, y en
el salón encontramos las líneas de surtidos”, el corazón de la fábrica.
“Para envasar la pasta y los jugos procedentes de la primera línea,
fregamos bien las botellas; se esterilizan con vapor, se llenan y sellan
manualmente. De ahí van a cestos perforados en los cuales se colocan en
baño María, a 45 grados Celsius por 15 minutos”.
En la de mermeladas, salsas y pulpas, poseen tres tachos de precocinado
donde se recepciona la fruta molida. De ahí pasan a repasarse en un
colador industrial, se trasladan a un tanque receptor con una bomba
helicoidal que se encarga de moverlo a los cuatro tachos de cocinado:
dos con capacidad de 500 kilogramos cada uno, y los otros dos de 250.
Terminado el producto, asciende a los tachos elevados. Para
distribuirlo a granel, se deja enfriar; si no, se envasa a unos 90
grados. Luego las latas reciben enfriamiento a fin de evitar la
presencia de microorganismos, se etiquetan y quedan en el área de
terminado. A lo largo del proceso se realizan análisis físico-químicos y
organolépticos, en aras de garantizar la calidad esperada.
¿Hacia dónde van?
Las producciones van dirigidas a empresas estatales mayoristas y
minoristas, como la Empresa Provincial de Elaboración de Alimentos
(EPEA), que distribuye a centros sociales de La Habana; la Empresa de
Operaciones Logísticas de Artemisa (Epola); a unidades militares y a la
red de Comercio de Mayabeque y Artemisa, las que colocan tan gustadas
conservas en mercados, ferias agropecuarias (entre ellas la de Artemisa)
y otros espacios.
“A la feria del municipio capital hemos llevado nuestros alimentos en
envases de pequeño formato, y todos los surtidos gozan de gran
aceptación”, sostiene Murgado.
Precisamente la poca disponibilidad de estos recipientes dificulta una
venta mayor de conservas: no es lo mismo adquirir un tanque de 200
litros de mermelada, que latas pequeñas o recipientes de cinco galones.
La jefa de producción explica los diferentes formatos que poseen.
Colocan la pasta de ajo y de cebolla en cubetas de 10 litros, la salsa
para pizzas en latas denominadas número 10, y el resto de las salsas en
galones o tanques, de acuerdo con el cliente.
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